Cuentos de la selva

Autor: Horacio Quiroga
Fecha publicación: 1918
Género: Cuento / Cuentos infantiles
Se trata de un libro constituido por ocho cuentos para niños escritos por el cuentista uruguayo Horacio Quiroga. Cada uno de los cuentos se centra en un animal de la selva americana, el cual se muestra humanizado y al final deja al lector una moraleja.
Los cuentos además de ser educativos son bien entretenidos y combinan imaginación más originalidad con el fin de mostrar al hombre a veces como aliado y otras como enemigo de la naturaleza.
Resumen y sinopsis
Al leer Cuentos de la selva, obra publicada en 1918, se hace evidente el amor que el autor siente por la naturaleza. Además, la mezcla de realidad y fantasía envuelven al lector en un mundo posible en el que animales y hombres conviven sin problema. Todos forman parte de un mismo mundo en el que cada uno está dispuesto a respetar las reglas del lugar.
Sobre el autor
El escritor uruguayo Horacio Quiroga nació en 1878. Este se caracterizó por retratar la naturaleza desde sus características más alucinantes.
Aunque su obra es extensa, entre sus libros destacan Cuentos de amor, locura y muerte, Cuentos de la selva, La gallina degollada y Anaconda.
Los relatos de Quiroga son considerados auténticos clásicos de la literatura; en estos se refleja, de algún modo, la propia realidad del autor.
Horacio Quiroga, quien vivió una vida llena de tragedias, se quitó la vida por intoxicación cianhídrica el 19 de febrero de 1937.
Resumen de Cuentos de la selva
Cada cuento se centra en la selva americana, lugar donde Quiroga vivió durante un tiempo. Los protagonistas son animales que habitan en la selva y se hace referencia a la intervención humana, la cual a veces puede ser dañina.
Cuento I: La tortuga gigante
Una tortuga gigante y un hombre de Buenos Aires tienen una bonita amistad. Al principio se narra que el hombre debe mudarse al campo, debido a unas dolencias de salud. Él no quiere porque debe hacerse cargo de sus hermanos, pero una oferta de trabajo en el zoológico hace que finalmente se vaya.
Una vez en la selva, se encuentra con una tortuga que había sido atacada por un tigre y estaba herido. El hombre decide curarla, pero mientras cuidaba de la tortuga él enferma gravemente. Ahora es la tortuga la encargada de cuidar de él. Un día lo lleva de vuelta a Buenos Aires y esta acción le salva la vida.
Finalmente, la tortuga se queda en el zoológico y es muy feliz al lado de su amigo, que ya está totalmente recuperado.
Cuento II: Las medias de los flamencos
En este cuento se narra cómo viven los flamencos y cuestiones relacionadas con el color de sus largas patas.
Pasa que un día los flamencos son invitados a un baile en el que había otros animales. Los demás animales fueron disfrazados, pero los flamencos no. Por tal razón, estos se encontraban muy incómodos y el envidioso tatú, que se dio cuenta de la incomodidad que tenían los flamencos porque no estaban disfrazados, decidió sugerirle que usaran unas medias blancas con rojo hechas con piel de víboras.
Las serpientes al ver que los flamencos llevaban medias de piel de víboras comenzaron a morderles las patas. A estos no les quedó más opción que meterse en el agua y ver cómo sus patas que eran blancas se convertían en coloradas.
Cuento III: El loro pelado
Se trata de un loro que acostumbraba a comerse todo el maíz de una granja. Un día, el dueño de la granja le disparó en una de sus alas, pero los hijos del hombre lo curaron y lo hicieron su mascota. Sin embargo, cuando el loro estuvo bien, este decidió irse. En su recorrido se encuentra con un tigre y este de un zarpazo le quitó todas las plumas. Al loro no le quedó más que resguardarse hasta que una a una sus plumas comenzaron a salir.
Una vez bien, el loro regresó a la granja y le contó al dueño lo sucedido, que no dudó en buscar al tigre y quitarle la vida por el daño hecho al loro.
Cuento IV: La guerra de los Yacarés
Los yacarés vivían tranquilos hasta que un día llega un barco que espanta a todos los peces y amenaza con dejar a los yacarés sin alimento. Estos a fin de evitar quedarse sin alimento deciden construir un dique, pero los hombres del barco lo destruyen, por lo que los yacarés se ven en la necesidad de pedir ayuda a uno de los peces más grandes del río, el Surubí. Este los ayuda y logra que vuelva la tranquilidad al lugar.
Cuento V: La gama ciega
Una gama muy juguetona es picada en un ojo por unas abejas. La picada la deja ciega y su madre decide llevarla a la casa del curandero de la selva, quien cura sus ojos y se hace muy amigo de la gama, se dedica a cuidarla.
Cuento VI: Historia de dos cachorros de coatí y dos cachorros de hombre
Un cachorro de coatí llega a una granja que tiene gallinas y los hijos del dueño de la granja lo convierten en su mascota. Pero, una noche una serpiente pica al pequeño coatí y muere. Para que los hijos del hombre no se sientan tristes uno de los hermanos del coatí lo suplanta.
Cuento VII: El paso del Yabebirí
Un hombre era muy querido por los animales del río, porque este siempre los defendía, pero un día el tigre lo atacó y las rayas lo pusieron a salvo. La acción de las rayas molestó al tigre, que decidió buscar a otros para atacar a las rayas, pero, finalmente, la contienda fue ganada por las rayas.
Cuento VIII: La abeja haragana
Se trata de una abeja que no le gustaba trabajar y, por tal razón, sus compañeras deciden no dejarla entrar a la colmena. La abeja no les creyó, pero las otras abejas sí cumplieron y cuando llegó la noche no la dejaron pasar.
Tal situación llevó a la abeja a reflexionar sobre la importancia del trabajo en equipo, lo que la hizo cambiar y convertirse en la más trabajadora de todas las abejas.
Frases
“Al ver al hombre el tigre lanzó un rugido espantoso y se lanzó de un salto sobre él. Pero el cazador que tenía una gran puntería le apuntó entre los dos ojos, y le rompió la cabeza”.
“Y cuando el otoño llegó, y llegó también el término de sus días, tuvo aún tiempo de dar una última lección antes de morir a las jóvenes abejas que la rodeaban: No es nuestra inteligencia, sino nuestro trabajo quien nos hace tan fuertes”.
“Trabajen, compañeras, pensando que el fin a que tienden nuestros esfuerzos -la felicidad de todos- es muy superior a la fatiga de cada uno. A esto los hombres llaman ideal, y tienen razón. No hay otra filosofía en la vida de un hombre y de una abeja”.