El miserere

Autor: Gustavo Adolfo Bécquer
Fecha publicación: 17 de abril de 1862
Género: Narración / Cuento / Leyenda
El miserere es uno de los cuentos más emblemáticos de Gustavo Adolfo Bécquer. Este fue publicado el 17 de abril de 1862 y ha sido adaptado en varias oportunidades, siendo una de las adaptaciones más recordadas la del escritor Carlos Giménez, en 1971.
Resumen y sinopsis
A través de El miserere, un salmo, Gustavo Adolfo Bécquer nos presentará a un músico peregrino que va hasta el monasterio de Fitero en busca de salvación, tras haber cometido un crimen.
El hombre pide a los monjes que le den una noche de alojamiento antes de continuar su camino hacia Santiago. Pero, durante el hospedaje, los monjes le echarán un cuento que le inspirará y que también desencadenará en el pelegrino una locura que lo llevará a la muerte.
El nombre de la obra, Miserere, viene del Salmo 51, el cual inicia con esta palabra en la versión latina de la Biblia. Por esta razón todo el salmo se conoce con el nombre de Miserere.
Sobre el autor
El poeta español Gustavo Adolfo Bécquer nació en Sevilla el 17 de febrero de 1836. Este es considerado el principal representante de la poesía posromántica y una influencia en figuras como Rubén Darío y los poetas que conformaron la generación del 27.
La obra de Bécquer se caracteriza por ser extensa y por sus rimas, que dieron paso a la corriente romántica de poesía intimista y opuesta a la poesía que hacían los poetas románticos anteriores.
Las Rimas de Bécquer suman en total ochenta y seis composiciones. De las cuales, setenta y seis fueron publicadas por primera vez en 1871 por los amigos del autor, quienes alteraron el manuscrito original. Por su parte, la prosa destaca, al igual que la poesía, por su musicalidad, sencillez y sensibilidad.
Entre las principales obras de Bécquer se encuentran: Rimas y leyendas, Cartas desde mi celda y El libro de los gorriones.
Gustavo Adolfo Bécquer murió en Madrid, España, el 22 de diciembre de 1870.
Resumen de El miserere
La leyenda de El miserere inicia con el mismísimo Bécquer como un personaje que narra en primera persona los acontecimientos.
Resulta que el autor de esta obra nos cuenta que ha ido de visita en la abadía de Fitero y que aprovechó su paso por el lugar para ir a una antigua biblioteca y buscar algunos libros.
Bécquer señala que mientras revisaba los libros se encontró con algunos textos de música, pero que estos además de ser muy viejos, también estaban llenos de polvos y deteriorados, debido a las mordeduras de ratones.
Pasa que entre los libros encontrados por el autor estaba un miserere, el cual intentó leer, pero desistió al darse cuenta de que no entendía lo que este relataba. Además llamó su atención el hecho de que ese texto tuviese un símbolo que le resultaba un tanto misterioso. Por ello, decidió que lo mejor era buscar a alguien que descifrara aquella representación que aparecía en el libro.
Fue así como en busca de alguien que le pudiese ayudar a entender el símbolo, decidió preguntar a un anciano que estaba en la abadía. Pero, el anciano, que sí sabía el significado del símbolo, no dio una respuesta directa y a cambio le contó una historia.
El señor le dijo a Bécquer que hace mucho tiempo, un joven peregrino pidió hospedaje en la abadía. Es decir, el hombre llegó al monasterio y solicitó a los monjes que le permitieran pernoctar en el lugar. Estos no vieron nada de malo en la petición y le dieron permiso de quedarse con ellos.
Al llegar la hora de comer, los monjes invitaron al joven a cenar y le preguntaron a qué se dedicaba. El hombre les contó que era músico y estaba buscando un miserere muy especial. Según él, su propósito era cantar el miserere a Dios para que este lo perdonase por los pecados cometidos, que eran muchos.
Aquella noche, los monjes aprovecharon la ocasión para contarle que en un monasterio cercano, por las noches, se escuchaba un misterioso miserere.
Los monjes le dijeron que estaban casi seguros de que se trataba de salmos entonados por religiosos que murieron tras un incendio que acabó con todo.
El cuento de los frailes muertos que entonaban salmos por las noches llenó de emoción y curiosidad al peregrino, pero los monjes al ver el entusiasmo de este, le sugirieron no ir a aquel lugar, puesto que podría traer terribles consecuencias. El peregrino no hizo caso a las advertencias y por la noche decidió ir hasta el misterioso monasterio.
Movido por la emoción de saber cómo era el miserere se acercó para escuchar los cantos, pero justo cuando los salmos estaban por finalizar, un fuerte resplandor lo cegó y lo echó al suelo.
Al otro día, el hombre despertó y caminó hacia la abadía con el firme objetivo de escribir todo lo que había escuchado la noche anterior, pero eso no fue posible. Recordó que justo se había desmayado en la parte final de miserere, por ello, no podía escribir un final que no había escuchado.
El hecho de saber que no podría escribir la parte final del miserere le causó una gran decepción, que lo llevó a la demencia. Y al cabo de unos días, el joven peregrino murió sin antes poder finalizar su obra.
Sobre el extraño símbolo, el anciano contó que este era para recordar que el libro no había llegado a su fin.
Frases
“Yo no sé la música; pero le tengo tanta afición, que, aun sin entenderla, suelo coger a veces la partitura de una ópera, y me paso las horas muertas hojeando sus páginas (…)”.
“El osado peregrino comenzaba a tener miedo; pero con su miedo luchaba aún su fanatismo por todo lo desusado y maravilloso”.
“Vivir en esa región fantástica del sueño en que todas las cosas se revisten de formas extrañas y fenomenales”.
“Al resonar este versículo y dilatarse sus ecos retumbando de bóveda en bóveda, se levantó un alarido tremendo, que parecía un grito de dolor arrancado a la Humanidad entera por la conciencia de sus maldades”.